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A propósito del Virus Papiloma


Durante mucho tiempo he percibido que los pacientes que consultan no tienen muy claro lo concerniente a la infección de virus Papiloma, tienen información poco clara del tema, que habitualmente obtienen por Internet, lo que generalmente los deja muy angustiados.

Acá les trataré de explicar cuál es la real importancia de estos virus y qué se puede hacer para evitar las consecuencias de la infección.


Lo primero es que el virus papiloma humano no es sólo un virus sino que se trata de una gran familia de virus papilomas que tiene más de 120 integrantes los que se identifican como “genotipos” y que están númerados del número 1 en adelante. Estos diferentes genotipos se han podido identificar gracias a técnicas de análisis de genoma viral (identifican los genes propios de cada virus o genotipo) conocida como PCR (reacción de polimerasa en cadena).

De esta manera se ha logrado asociar a los diferentes genotipos de virus Papiloma con determinadas enfermedades, así se han definido los genotipos “oncogénicos “ o de alto riesgo, capaces de desarrollar cáncer; otros genotipos se han asociado a la aparición de verrugas genitales conocidas como “condilomas acuminados” y que hoy constituye una de las enfermedades de trasmisión sexual más comunes en Chile y finalmente hay otros genotipos que aparentemente no tendrían una clara asociación con desarrollo de enfermedad. En relación a los virus papilomas oncogénicos se los han encontrado asociado a la generación de muchos cánceres de distintos lugares anatómicos (cáncer de cuello uterino el más frecuente, cáncer anal, cáncer vaginal y vulvar, cáncer de boca) y su principal vía de contagio es la vida sexual.

A través de estudios poblacionales utilizando técnicas de detección viral como la PCR, se ha podido determinar que aproximadamente un 70% de la población sexualmente activa está infectada con alguno de los virus papilomas, lo que constituye un tremendo problema de salud pública.


Esta diseminación de estos virus en la población está íntimamente relacionada a los patrones culturales de comportamiento sexual de nuestra sociedad. Hoy por hoy se considera normal que al poco tiempo de inicio de un vínculo, ya sea heterosexual u homosexual, se inicie vida sexual activa muchas veces sin precaución alguna. En promedio, gran parte de la población masculina y femenina ya han tenido a los 30 años un importante número de parejas sexuales, es decir, un comportamiento sexual que ha facilitado la diseminación de este virus y de otras enfermedades de trasmisión sexual.


Pero entonces, ¿qué podemos hacer frente a esta amenaza?


Si aproximadamente el 70% de la población está infectada, ¿TODOS ELLOS DESARROLLARÁN CANCER? La respuesta es NO. Como dije al principio existen los genotipos oncogénicos y los no oncogénicos y no toda la población infectada tiene infección con genotipos de alto riesgo (cancerígenos). Por otro lado, y esto es muy importante, tampoco aquellas personas que están infectadas con cepas virales de alto riesgo (cancerígenas), desarrollaran necesariamente un cáncer.

Existen dos caminos para hacernos cargo del problema

El primero es la vigilancia y el segundo, tal vez el más importante la prevención.


VIGILANCIA:

Esto se refiere a que mediante las técnicas de detección del virus en un individuo se puede saber si la persona está infectada o no y si lo está, se puede saber si los virus detectados son o no de alto riesgo. Si una persona resulto estar infectada con virus de alto riesgo oncogénico entonces lo que tradicionalmente se hace es vigilar si esta portación viral logra desarrollar cambios celulares que sugieran un proceso de transformación celular progresivo que finalmente culmine en un cáncer. El ejemplo más claro y notable de lo anterior es lo que se conoce como el examen de Papanicolau. En éste se obtienen células provenientes del cuello uterino y son analizadas con microscopio, esto permite detectar si las células obtenidas presentan cambios que sugieran etapas precancerosa o ya cancerosas.

La morfología y características de estas células está claramente tipificada en lo que se conoce como NEOPLASIAS INTRAEPITELIALES, las que a su vez marcan distintas etapas de desarrollo hacia el cáncer. Así entonces, existe la NIE grado I (neoplasia intraepitelial grado uno ) que es la primera etapa en el camino hacia el cáncer: luego aparece la NIE II, continúa con la NIE III que es la etapa precancerosa más grave. Finalmente aparecen, células que ya expresan la presencia de un cáncer consolidado.


El tiempo que media entre el inicio del periodo de transformación hasta que tenemos un cáncer consolidado es de aproximadamente 8 a 10 años. Es por esto que es de vital importancia el control anual deL examén Papanicolau, porque nos permite anticiparnos al cáncer y salvar a la paciente.

Lamentablemente, técnicas similares al Papanicolau, no se usan con la misma frecuencia en lo que se refiere a la detección precancerosa en otros sitios anatómicos y en el transcurso de los últimos años hemos observado el incremento de otros cánceres, también provocados por el virus papiloma (cáncer anal, y cáncer de boca). Respecto a esto, también dentro de un contexto de vigilancia se puede obtener muestras de estos sitios anatómicos para detectar la presencia del virus por PCR y así determinar la existencia de virus de alto riesgo. Si son detectados los genotipos cancerígenos, entonces se establece una vigilancia que consiste en estar atento a la aparición de cualquier lesión que aparezca en este sitio anatómico, y ser prontamente biopsiada.


PREVENSIÓN

En esta materia podemos plantear que existen diversas maneras de prevenir la infección por virus palpilomas.

Partiremos por lo más básico y esto es uso de condón en todas las relaciones sexuales y sólo abandonar su uso cuando se tenga real conciencia y conocimiento de que, el partner sexual está libre del virus o de otras ETS. Lamentablemente esta estrategia, que es simple y lógica, no es llevada a cabo por la población aun cuando se tiene conocimiento de estas enfermedades.

En materia de saber si el partner sexual está o no infectado con estos virus es deseable realizar la detección del virus en ambos integrantes de la pareja de esta manera sabemos si son portadores de cepas virales cancerígenas o cepas virales productoras de condilomas. Esto es importante porque si se detecta ausencia de virus o presencia de virus no cancerígenos, entonces lo recomendable es realizarse vacunación con alguno de los tres tipos de vacunas contra el virus papiloma que han sido diseñadas para proteger principalmente contra los virus cancerígenos y contra los que producen condilomas.


La efectividad de estas vacunas ya ha sido ampliamente demostrada y el mejor ejemplo de esto es el caso de Australia, país que gracias a la vacunación de niñas y niños en etapa escolar han logrado la erradicación de los condilomas genitales y hoy está logrando la disminución importante del cáncer de cuello uterino. En otro artículo del blog hablaremos de las vacunas contra el VPH.


Dr. Roberto Rodríguez Pulgar

Ginecólogo Obstetra

Máster en Microbiología


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