He sido su médico ginecólogo y a la vez su médico de cabecera; mis pacientes VIH positivo, mujeres jóvenes, inteligentes, atractivas, autovalentes que tuvieron la desgracia de infectarse con parejas que ellas consideraban libres de todo riesgo, motivo por el cual no tomaban precauciones agregadas, sólo les interesaba protegerse del embarazo y jamás pensaron de manera consciente en la posibilidad de infectarse. He conocido sus mundos, he seguido sus biografías y he podido descubrir la verdadera y triste dimensión de esta enfermedad.
Hoy, para fortuna de los pacientes aquejados por el virus existen tratamientos con nuevos anti-
virales que han permitido mejorar sustancialmente la vida y controlar adecuadamente los síntomas, permitiendo que muchos pacientes puedan trabajar sin grandes dificultades, siguiendo una rutina de controles frecuentes que permiten hacer ajustes de los tratamientos otorgados.
Por otro lado, a nivel sociológico se aprecia una mayor tolerancia con el paciente en aspectos tanto social como laboral, ya que en muchos lugares conviven laboralmente personas VIH positivo con personas sanas, observándose en forma paulatina que ha sido posible que coexistan estos pacientes en ambientes laborales donde no se los discrimina, aceptandoseles
como trabajadores normales.
Entonces no son ni lo médico biológico ni lo laboral, lo que hoy en día podríamos considerar como los grandes karmas del Sida. Doctor le cuento, conocí a alguien y estoy saliendo con él hace poco ¿Cuán contagiosa puedo ser si estoy con él?
La primera reacción de una mujer al saberse infectada, es la sensación de muerte, de futuro negro de desesperanza, de miedo, hay ruptura de pareja, mundo afectivo roto. Luego del primer enfrentamiento con esa realidad, aparece, la resignación, la readaptación social y laboral, la cautela para mantener el diagnóstico lo más reservado posible. Parece que reaparece la vida, entonces reaparece la oportunidad del amor.
- Doctor le cuento, conocí a alguien y estoy saliendo con él hace poco ¿Cuan contagiosa puedo ser si estoy con él?-
Después de una breve explicación de el enorme riesgo de infectar a su potencial pareja y de declarar lo poco
ético de no informarle y la ambivalencia con respecto al amor que significaría infectar bajo conocimiento de causa a quien se pretende amar; entonces aparecen lágrimas, ojos vidriados, suspiros de desesperanza. -Háblale y cuéntale, si te quiere tal vez acepte el riesgo- Les aconsejo.
Pasan algunos meses y reaparecen en la consulta. -¿Le contaste - Doctor le hice caso, ya no podía más con la duda y no quería dañarlo. Al contarle me miro a los ojos sorprendido y me dijo que el amaba la vida y que no quería morir y se alejó sin más.
Así ha sido para todas estas pacientes, de ellas se alejan, quedando sumidas en una eterna soledad, soportando el cotidiano vivir de manera vegetativa y con la desesperanza de la certeza de que jamás podrán reencontrar el amor. El VIH no mata pero mortifica.
Roberto Rodríguez Pulga
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